Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Historia
Santuario de Begoña. Arte y fe.
Querido visitante, bienvenido a Bilbao y al Santuario de Nuestra Señora de Begoña, patrona de Bilbao y de Bizkaia. Este templo fue levantado gracias a la profunda fe y gran devoción de las gentes de esta noble villa a su Amatxu. Durante siglos ha sido visitada por las gentes de Bizkaia y por innumerables viajeros y peregrinos en busca de momentos de paz, recogimiento y oración.
Accede al templo por la puerta que está a tu derecha. En su interior puedes contemplar el templo edificado sobre los restos de las anteriores edificaciones. La estructura actual es de estilo gótico con tres naves divididas en seis tramos. Al ser un edificio de gran robustez arquitectónica la luz natural es insuficiente, debido al reducido tamaño de sus ventanales. Sin embargo, éstos tienen unas interesantes y coloridas vidrieras donde se pueden distinguir, entre otros, a los cuatro evangelistas, Santo Domingo de Guzmán y San Pedro y San Pablo, en sendas cabeceras. Te recomendamos que visualices las vidrieras desde el lado contrario durante tu recorrido por el templo.
AUDIO
El Santuario de Begoña fue elevado en 1908 a la categoría de Basílica menor estando adscrita a San Juan de Letrán, una de las cuatro Basílicas mayores situadas en la ciudad de Roma. Por ello, como en todas las Basílicas católicas se puede obtener indulgencia plenaria.
Al acceder al templo, quizás te hayas fijado en la placa conmemorativa que así lo recuerda sobre la portada principal. Se encuentra encima de la figura alegórica de la prudencia que parece estar sujetándola. A ambos lados puedes ver dos medallones con los rostros de San Pedro y San Pablo, mientras que en la parte superior, bajo la figura de Dios-Padre, se distingue un relieve de la Coronación de María como Reina de Cielos y tierra. Escoltando a su izquierda, vemos las figuras alegóricas de la Fe y Caridad y, a su derecha, algo más deterioradas por el paso del tiempo, la Justicia y la Fortaleza. Si no lo has hecho, observa estos curiosos detalles al abandonar el templo.
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga Vida eterna”
San Juan 3, 16
Comenzamos la visita por la nave derecha o nave de la Epístola. En su muro lateral podemos observar “La Bajada en procesión” que conmemora la bajada procesional de la Amatxu a Bilbao con motivo de la epidemia de cólera morbo que asoló el país en 1855. Desde tiempo inmemorial la Virgen de Begoña ha estado presente en el día a día de la Villa de Bilbao cuidando y protegiendo a sus hijos.
Bajo este lienzo se encuentra un extraordinario Cristo Crucificado de gran devoción entre los parroquianos. En todo el mundo católico es común la veneración a “Cristo Crucificado”. El pueblo siempre ha sabido que el anuncio cristiano está anclado en una cruz, porque en ella Jesús nos libró del pecado y de la muerte. La Cruz no es entendida como una derrota, sino como la antesala del triunfo definitivo sobre la muerte que llegará con la Resurrección.
“En verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”
San Juan 3, 5
Proseguimos nuestra visita descubriendo los cuatro primeros lienzos de gran tamaño, correspondientes a la serie pictórica dedicada a San José y la Sagrada Familia. Pertenecen a la escuela de Murillo y llegaron a Bizkaia en los primeros años del siglo XVII procedentes de Sevilla. Podemos apreciar los correspondientes a “La Muerte de San José”, “La Predicación en el Templo” o “Jesús entre los doctores”. Entre medio, advertimos las tallas de los patronos de Bizkaia, San Valentín de Berriotxoa, dominico natural de Elorrio martirizado en Vietnam en 1861, y San Ignacio de Loyola, fundador de la “Compañía de Jesús”. En el cuadro siguiente vemos la curiosa escena de “La Sagrada Familia y San Juan niño”. En la cabecera de esta nave se halla “La huida a Egipto” y la talla de San Juan Bautista, el precursor de Cristo y una de las figuras más fascinantes del Evangelio. A sus pies se encuentra una imponente pila bautismal de finales del siglo XVIII realizada en mármol jaspeado de Ereño. El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, es el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegando a ser miembros de Cristo e incorporados a su Iglesia.
Proseguimos hasta el ábside del templo. Ante las escaleras que se elevan hacia el altar mayor se encuentra la antiquísima y al mismo tiempo sencilla tumba de los patrones del santuario.
Para contemplar con tranquilidad el retablo mayor te invitamos a que te sientes en los bancos delanteros. Una vez allí, puedes fijarte en el altar ejecutado en una única pieza de mármol de Carrara que está parcialmente policromada y con el anagrama coronado de la Virgen. El retablo es una obra neoclásica de estilo isabelino con policromía dorada realizada en 1869. Está compuesto de tres calles separadas por cuatro imponentes columnas y estructurado en banco alto, cuerpo y remate. Presidiendo el retablo podemos contemplar la talla gótica de la Andra Mari de Begoña. Se trata de una bella talla de comienzos del siglo XIV realizada en madera policromada. Escoltando a la Madre de Dios, las tallas de su esposo San José con el niño y del Sagrado Corazón de Jesús, ambas del siglo XIX. En el ático, la figura de paloma, símbolo del Espíritu Santo, corona el conjunto, mientras dos enormes angelotes parecen custodiarla.
La leyenda cuenta que la imagen de la Virgen apareció en una encina en la colina de Artagan, lugar donde se asienta el santuario. Desde aquellos tiempos, innumerables fieles visitan este santuario; especialmente, el 15 de agosto, festividad de la Asunción de María y el 11 de octubre, fiesta de Nuestra Señora de Begoña, conocido popularmente como el “Día de la Amatxu”. En ambas fechas tienen lugar multitudinarias peregrinaciones llenas de devoción que llegan desde todos los rincones de Bizkaia. En los mencionados días, la imagen de la Virgen porta un bello manto blanco. Menos habitual es el manto celeste que viste durante la fiesta de la Inmaculada Concepción o el granate en la fiesta de Pentecostés. En esta imagen puedes ver dichos mantos si tu visita no coincide con dichas festividades.
“He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”
San Lucas 1, 38
Antes de proseguir tu visita, dirige tu mirada hacia el coro en la parte posterior del templo donde puedes advertir el fastuoso órgano que ha acompañado la vida del santuario desde 1884. De estilo romántico, fue realizado en París por Cavaillé-Coll, uno de los organeros más renombrados de la historia.
Después de este descanso, proseguimos nuestra visita dirigiéndonos a la nave del Evangelio. En su cabecera puedes contemplar el Sagrario, obra tardogótica de estilo hispano-flamenco de comienzos del siglo XVI realizada en piedra con portezuela de medio punto de forja procedente de la parroquia de Nabarniz. En este lugar se halla el mayor tesoro que podemos encontrar en este templo, la Presencia Eucarística del Señor en el Sagrario.
Cristo vivo nos ha salvado y redimido, nos ha regalado gratuitamente la vida eterna y está siempre a nuestro lado.
“Todo es Gracia, todo es don gratuito de Dios y de su amor incondicional por nosotros”
En la cabecera de la nave descubrimos “La Natividad de María” y, en el muro lateral, “El Sueño de José -Concepción de María-”, “Adoración de los pastores”, “Epifanía de Nuestro Señor” y “El Sueño de José -Matanza de los inocentes-”. Estas obras completan la serie pictórica de nueve espléndidas pinturas. En el último tramo vemos el gran lienzo correspondiente a la “Coronación Canónica de Nuestra Señora de Begoña”, acto que tuvo lugar el 8 de septiembre de 1900, en el que se pueden distinguir las vestimentas litúrgicas utilizadas para tan relevante celebración.
Por último, después de la visita al santuario donde hemos aunado arte y fe y antes de abandonar el templo, te invitamos a tener un rato de recogimiento y oración, a sentarte en silencio ante la acogedora presencia de la Amatxu de Begoña, en cuyo honor se erigió este templo, y a meditar su vida de entrega y gratitud, o alabar y glorificar al Señor en su presencia real en el Sagrario.
Ponemos a tu disposición algunas oraciones que pueden ayudarte en estos momentos de interiorización y diversos enlaces para profundizar en la historia del santuario y en la vida de los Santos.
+ Evangelio según San Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: – «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: – «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: – «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: – «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: – «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
Consagración a la Virgen de Begoña
¡Oh Virgen de Begoña, Señora y Madre Nuestra!
Yo me ofrezco del todo a Ti;
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón,
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de Bondad!
Guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
AMÉN